Veníamos viajando desde Puerto Madryn, absolutamente felices de haber tenido un encuentro cercano con las ballenas. Nos estábamos haciendo mentalmente el ánimo de volver a nuestras rutinas de estudiantes: a penas cruzáramos la cordillera todo volvería a la normalidad de siempre. Sin embargo, este largo viaje aun nos guardaba un par de sorpresas.
Paramos a almorzar en Mendoza y nos llegaron un par de llamadas conmocionadas desde Santiago, informando que había un temporal en la cordillera. La ciudad argentina estaba tranquila: ni lluvia, ni viento, ni nada, así que emprendimos el viaje andino sin cuestionar nuestra decisión. Error. En medio de la carretera que atraviesa la majestuosa cordillera nos atrapó la tormenta de nieve más increíble que nuestras mentes podían imaginar. Yo, que veía nevar por segunda vez en mi vida, estaba en shock. Pero un shock positivo, de emociones y aventuras, de película de acción en que todos son héroes y hay que sobrevivir comiendo animalillos que cazaríamos en la cordillera. Error número dos. Nuestro bus paró en un refugio adaptado para los huérfanos en medio de la tormenta.
Esperamos uno o dos días a que se calmara la tormenta, ya no recuerdo bien, fueron horas bastante aburridas en un refugio que no tenía NADA. Sin televisión, sin comida rica, sin Internet, casi sin teléfono y casi sin música. Nos inventamos mil cosas para entretenernos a la antigua. Estábamos completamente enterrados en nieve, ni siquiera podíamos mirar por las ventanas. Todo era blanco. Al tercer día salió el sol y pudimos ir a excursionar: lo más emocionante era caminar por la solitaria carretera. Los diversos letreros eran lo único que destacaba entre la blancura de la nieve.
Al cuarto día, cuando nos anunciaron que pronto podríamos regresar, ocurrió el milagro. Caminamos hacia el otro lado de la carretera y descubrimos que entre la nieve que comenzaba a derretirse habían otras cosas: unas pequeñas casitas y algo maravilloso: el Puente del Inca. Fuimos felices de que saliera el sol y nos permitiera ver todas las sorpresas que estaban ocultas bajo la nieve.
Las imágenes fueron tomadas por mi, en Puente del Inca, Argentina, en agosto de 2005.
La calidad de las fotos (y el encuadre) no es el mejor, pero tome en cuenta que por esos años mi cámara era bastante primitiva y mi conocimiento fotográfico también.